BORREGOS
Adoctrinado,
el balido se escucha alto y claro.
Se suma otro, y otro, y otro
hasta corromper el aire.
Bajo las patas del rebaño
ocho poetas
van replantando la tierra.
Necios, cobardes,
los borregos piensan
que están saciando el hambre.
¡Qué ignorantes!
Tan pagados de sí mismos
no han advertido el sabor
del veneno en la hierba.
Se va apagando el balido.
Van cayendo uno a uno.
Se ha acabado el tiempo de las ovejas.
(Por Wallace)
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